
PREMIO MINOTAURO AL TORO DEL AÑO 2024
Experto capta la atención de la afición venteña desde que salta al ruedo, pese a contar con la desaprobación de algún ruidoso profeta. Negro, cinqueño, y serio de pitones, el toro de Santiago Domecq muestra su fijeza y humillación desde los primeros capotazos. Lo quiere todo por abajo. Empuja en el caballo en los dos encuentros, sin buscarse un mayor lucimiento ante el convencimiento generalizado de las cualidades del toro. La expectación es máxima.
Borja Jiménez comienza sometiéndolo por bajo y, ante el torrente de bravura, sorprende poniéndose de rodillas en una tanda explosiva que es toda una declaración de intenciones. Aún más vibrante resulta la tanda de derechazos posterior. Sigue por la misma mano en la que el toro ratifica su prontitud y calidad en largo, en corto o por donde se lo pidan y en cualquier terreno. No perdona una duda y sorprende a la mínima pues, además de bravo, es muy encastado y no da tregua al matador. ¡Qué manera de embestir cuando el torero logra llevarlo toreado, qué profundidad! Los tendidos vibran y cierran ya esa tanda en pie.
Por la izquierda muestra las mismas cualidades y la plaza empieza a ser un clamor. ¡Qué entrega en su embestida! También la de Borja Jiménez ante un toro tan exigente. Fiel a su concepto, lo cita de frente rematando los naturales en la cadera, pero un inoportuno desarme desluce la tanda y amenaza con dinamitar la faena que entra en una fase de altibajos. Vuelve a la mano derecha ratificando también la duración del toro, que no baja el ritmo pese a la longitud de la faena.
Muy emotiva resulta la muerte del bravo tras pinchazo y estocada, ante el reconocimiento unánime de la plaza. Confusión entre los que piden la oreja al torero, por un lado, y la vuelta al ruedo al toro, por otro. Hay quien pide el premio para ambos, toro y torero. Al final, una cicatera fuerte ovación al toro. ¡Hay que ver lo que les cuesta a los presidentes asomar el pañuelo azul!
¡Qué combinación de casta, bravura y clase la de este Experto! Como bravo también fue Tejonero, lidiado esa misma tarde por Talavante. O la corrida entera de Santiago Domecq en Sevilla, con aquel Tabarro como máximo exponente. O Escondido, indultado por Román en Valencia; o Delicado, por Clemente en Dax. Gran momento el de esta ganadería, y gran frustración para el aficionado que no terminen de pedirla las figuras.
Bastonito, de Baltasar Ibán, un toro que ya imponía solo con su nombre antes de asomar por chiqueros, estuvo a punto de llevarse el premio en una ajustadísima votación entre nuestros peñistas. Como dignos merecedores del mismo eran también el resto de candidatos: Orgulloso, de Fuente Ymbro (¡qué corridas lidió en San Isidro y Bilbao!); Periquito, de La Quinta; Niñoso, de Pedraza de Yeltes; o Escusano, el toro de Victorino con el que Miguel Ángel Perera nos brindó por naturales el momento de mayor comunión entre toro y torero de toda la temporada venteña.
En varias tardes de esta temporada daba la sensación de que los tendidos gritaban los «oles» al toro; a la calidad de su embestida, desde incluso antes del embroque, con independencia del resultado artístico del muletazo. Sigamos disfrutando del extraordinario nivel de tantas ganaderías, pese a la desesperante gestión del empresariado taurino, empeñado un año más en anunciar con ellas a nombres conocidos para el gran público, aunque carentes de actitud y motivación —cuando no directamente al que le deje más comisiones con el letal «cambio de cromos» entre empresarios-apoderados—, en vez de a toreros que se lo han ganado en el ruedo e ilusionan al aficionado.
FERNÁNDEZ-KELLY, aficionado y abonado a la andanada del 9 en Las Ventas