Me resulta difícil hablar de Eduardo Arroyo después de su reciente fallecimiento el mes de octubre de 2018. Cualquier homenaje o recuerdo tiene algo de falso sin él. Estos actos suponen la sombra de su presencia, y se perciben su participación y su intervención, resultando sesiones de vacío para quienes lo disfrutamos en vida. Dadas la personalidad y vitalidad del artista, que era siempre el eje central en cualquier reunión, su falta provoca un vacío sin reemplazo.
No puedo diluir en el humo del pasado a un personaje tan singular. No tengo todavía distancia emocional. Por ello voy a seguir tratando a Eduardo en presente —“es”— y no en pasado —“era”—, usándolo de forma indiscriminada, por supuesto con permiso de Eduardo y sin respeto a las normas del Libro de estilo de la lengua españolarecientemente publicado por la RAE.
Eduardo es un madrileño originario de Murcia, lo que le hace hablar de un difuso parentesco con el torero Manolo Cascales. Disfrutó en su infancia de la compañía taurina de su abuelo, que hizo a Eduardo aficionado a los toros y lo acercó a simulacros de escuelas taurinas. Algo más habitual en la época. Con su marcha Francia se aleja del toreo, salvo algunas experiencias en las regiones del sur del país vecino.
Eduardo es muchas cosas. Pintura, escultura, literatura, ensayo, dibujo, teatro, ópera, deporte… llenan su vida. Pero también es un gran aficionado a los toros, aunque tiene pasiones superiores a la tauromaquia.
Eduardo tiene una afición personal, intimista. No habla mucho del toro. “Me gusta ir a los toros”, dice; “pero no soy de tertulia”, repite, aunque promueve con ilusión las que llama comidas taurinas, siempre durante la Feria de San Isidro, con amigos intelectuales, toreros retirados, ganaderos, buenos aficionados y hasta un jesuita, que organiza en su estudio de Costanilla. Allí se habla de lo divino y de lo humano, además de lo taurino. Recuerdo una comida con la presencia del Cordobés, un hombre con una personalidad por encima del toreo. También la gastronomía española aporta su presencia a estas comidas taurinas de las que disfruta Eduardo.
A Eduardo le gustan “las figuras”, los toreros con personalidad y naturalidad. En sus recuerdos menciona a Rincón, Ordóñez, Joselito, Curro Romero, Paula, Antoñete, el Viti, Domingo Ortega, Antonio Bienvenida, Nicanor Villalta, José Tomas, Rafael Ortega, y es contundente en sus juicios, en el ruedo y fuera del ruedo, con pocos matices intermedios. Tiene buen gusto taurino. Vive las faenas con intensidad. Da importancia al público y admira el heroísmo del torero, pero su personalidad intimista no le permite utilizar el pañuelo para festejar las faenas, quizás por no rememorar el circo romano con sus sentencias populistas. Urbanita y no rural, Eduardo es más de toreros que del toro, al que dice no entender.
Tuve la satisfacción de acompañarlo en la que seguramente fue su última corrida, en la Feria de Bilbao en agosto de 2018. Abandonó Bilbao sin cubrir su abono, y ya se le apreciaban las dificultades para subir y bajar las gradas del tendido. Su fuerza se iba debilitando, pero disfrutó de la corrida y participó en su desarrollo, desde el apartado de los toros por la mañana.
Es curioso cómo le costaba pintar escenas taurinas, pese a su cercanía a la Fiesta. Eduardo realizó algunos carteles taurinos, pero nunca quiso pintar una tauromaquia. Ya lo habían hecho Goya y Picasso. Le atraían las personas y los personajes y tenía vivencias con toreros, pero no vivía el mundo taurino. Pensó pintar a Ordóñez, pero solamente hizo un cartel para la corrida goyesca de Ronda. Consideró al toreo como una mezcla de emoción y arte, y pensaba que la emoción es lo que importa.
En la vida y en lo taurino fue apasionado. En su pintura refleja la amistad y las vivencias personales. No pinta paisajes, sino retratos de personajes. Dijo que su cuadro taurino preferido era El torero muerto, de Manet. Una vez más, el sentimiento sobre la estética. Una vez más, las historias literarias que tanto le gustaba pintar.
En su epitafio, en Robles de Laciana (León), sólo figura “Eduardo Arroyo 1937-2018, Pintor”. Pero Eduardo Arroyo es mucho más; entre otras cosas, aficionado taurino.
José María Echevarría y Arteche. Economista y abogado, ha sido presidente del Comité Olímpico Español.
TERCER AÑO. NÚMERO SEIS. AMÉRICAS. ENERO-ABRIL. 2019