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Delirios imaginados

El término “fenómeno”aplicado a las figuras del toreo viene empleándose desde hace poco más de un siglo. El gran escritor antitaurino Eugenio Noel, gracias a su basto conocimiento de la Fiesta, nos dejó escritas algunas de las páginas más memorables y sustanciosas de toda la ingente bibliografía taurina. Durante la segunda década del siglo XX, en plena Edad de Oro del toreo, Noel, nostálgico ya en aquel entonces de los tiempos pasados, se quejaba amargamente de los nuevos fenómenos que, según su particular opinión, iban a acabar con la Fiesta: “El ‘fenómeno’ —escribe Eugenio Noel en Culto: el rito—está presentido, se buscan y se desechan modelos, surgen precursores. Conforme se va llegando al tipo perfecto, la afición aumenta, se ‘enrabia’, gruñe más, pide en el ruedo cosas ‘no vistas’, olvida por completo al toro y se buscan fotografías”. Noel, más que escribir contra las corridas de toros en general, parece escribir aquí en contra de la tauromaquia contemporánea que le ha tocado vivir; quizás inconscientemente parece añorar la tauromaquia del pasado, una época mítica del toreo (la llamada etapa heroica) en la que los toreros todavía no eran considerados como fenómenos y el aficionado iba a las plazas, principalmente, para ver el comportamiento de los toros. A día de hoy, entre la afición taurina siguen existiendo muchos agoreros que se remiten a un pasado mítico del que en muchas ocasiones no tienen noticias más que a través de las fotografías impresas en viejas publicaciones. Desde este punto de vista nostálgico y estéril, la Fiesta siempre estuvo en decadencia.

Hombre sin duda adelantado a su tiempo, para Eugenio Noel las señales de decadencia son ya evidentes en plena competencia entre Joselito y Belmonte, cuando los dos nuevos fenómenos comienzan a hacer delante de los toros cosas nunca antes vistas, cuando por parte de la afición se comienza a priorizar a las figuras por encima del toro y cuando —como muy lúcidamente apunta el escritor valenciano— se buscan, por encima de cualquier otro tipo de consideraciones, “fotografías”. En efecto, con la modernidad, como ocurre en los restantes campos de las artes, también en tauromaquia entramos en la nueva era de la imagen. El toreo, arte por excelencia del movimiento, se verá paradójicamente transformado para siempre con la difusión de la fotografía a través de los periódicos y revistas. A partir de ese momento,muchos toreros, equivocados por completo en relación a la esencia de su arte, buscarán más que otra cosa hacer la estampa. Y así hasta hoy. Si en la Francia de finales del XIX Baudelaire le había escrito en una carta dirigida al pintor Manet “usted no es más que el primero en la decrepitud de su arte”, exactamente lo mismo parece decirle cincuenta años después Eugenio Noel a los nuevos fenómenos del toreo de su época: ustedes (empezando por Joselito y Belmonte, y de ahí para abajo) no son más que los primeros en la decrepitud de su arte. Sin embargo, Noel se equivocaba de época: Joselito y Belmonte no pueden considerarse los primeros en la decrepitud de su arte, sino, quizás, en la decrepitud del nuestro, es decir, de la tauromaquia actual.

“Mengua el tamaño de los toros ―escribe Noel― y crecen las vacadas; se encarecen las localidades y las reses; […]la pasión y el negocio se funden e imaginan delirios(las cursivas son mías); se organizan trenes especiales, y críticos doctorados salen para el lugar del suceso con carta blanca; los periódicos encargan no se peque nunca por mucho en los telegramas, cueste lo que costare; se promueven alborotos públicos; se despueblan provincias enteras…, y entonces el ‘fenómeno’ se crea, se oscurecen las viejas lumbreras, presentan su dimisión los que fueron gala y orgullo y es aceptada como expiación y con júbilo, triunfa lo nuevo y se crea el dogma”. Dejando aparte la cuestión del tamaño de los toros y el aumento en el número de reses de lidia, ¿acaso la actual situación de crisis en el sector taurino (más allá de la coyuntura de esta interminable crisis económica en que vivimos) no tendrá mucho que ver con algunos de estos mismos excesos denunciados en su día por Eugenio Noel? ¿Quién o quiénes, a día de hoy, son los responsables de la creación del nuevo dogma? Veámoslo echando la vista sino años atrás.

A finales del 2014, ANOET (patronal de los empresarios taurinos) hizo público un comunicado que venía a decir,en resumidas cuentas,lo siguiente: “Señores, hasta aquí hemos llegado”. Así, sin paños calientes. Los empresarios taurinos más influyentes del sector anunciaban que la fiesta de toros es en la actualidad un negocio inviable. El viejo sueño de Eugenio Noel ―ver erradicadas las corridas de toros― parece que está a punto de verse hecho realidad un siglo después; y esto nos lo anuncian los dueños del cotarro. “La profunda crisis económica y social de la última década ―se podía leer en aquel comunicado de ANOET―, ha sido el acelerante [sic]del proceso de combustión que consume la Fiesta, hasta situarnos abruptamente en una dura encrucijada: ‘el mundo del toro está en quiebra’”. Por si no quedaba claro, más adelante añadían: “Los empresarios y no solo nosotros, por supuesto, no podemos soportar la situación por más tiempo, la Fiesta se acaba. Si no somos capaces de adaptarnos a la realidad, ésta nos devorará”. Así pudimos constatar una vez más que son los propios dueños del negocio taurino, los mismos que según sus propias palabras “imaginan, crean y venden el espectáculo” (¡qué fenómenos!), los que van a acabar dando la puntilla al invento. Y no han sido espurios agentes externos a la propia Fiesta (antitaurinos militantes, políticos oportunistas, animalistas integristas y demás fauna apologísta de una pretendida buena fe), sino los propios organizadores del espectáculo los que han decidido que la Fiesta se acaba. ¿El motivo? Que ha dejado de ser rentable. Se empeñan en vendernos la Fiesta como arte, pero, como en cualquier otro ámbito de nuestra sociedad, nadie está aquí por amor al arte (ni a la fiesta),sino por el puro y duro negocio.

 

El Tato, aficionado impenitente y desclasado.

TERCER AÑO. NÚMERO SIETE. FERIAS. MAYO-AGOSTO. 2019