m
Post Recientes

LOS TOROS DEL AÑO

Al sector ganadero le sorprendió la pandemia en un momento excelente. Si bien es cierto que 2021 no fue un año de corridas redondas como 2019, no lo es menos que haber visto bravos y rematados toros sueltos es ya de por sí un auténtico milagro con la incertidumbre con la que se prepararon las corridas en el campo.

Además del premiado Duende, han completado la corrida ideal para la Peña Antoñete otros cinco toros de cuatro ganaderías y tres encastes diferentes, con el denominador común de su bravura y la emoción transmitida al tendido.

Distante, también de Victoriano del Río, lidiado en la Maestranza por Roca Rey. Un toro que destacó por su humillación, casta y alegría; tuvo ese tranco más que se fue acrecentando a lo largo de la faena.

Venenoso y Portezolano, de Victorino Martín, lidiados en Las Ventas y en la Maestranza por Sergio Serrano y Emilio de Justo respectivamente. Lo querían todo por abajo y destacaron por la casta, profundidad y esa entrega tan del encaste Albaserrada.

Farolero, de Domingo Hernández, lidiado por Emilio de Justo en Las Ventas en una vibrante faena. Un toro de cara o cruz al que, si no se le hubieran hecho las cosas tan bien, habría desbordado al torero, pues embestía con todo. Un torrente de casta y bravura, lo que tanto transmite al tendido venteño.

Romerito II, de La Quinta, lidiado en Dax por Daniel Luque. Un toro sensacional, con la humillación única del Santa Coloma, un ritmo casi mexicano y una duración excepcional. Fue un encierro con hasta cinco toros de nota. Gran momento el de esta ganadería y elogiable apuesta la de Dax por una gran feria cuando más se necesitaba. La apoteósica salida a hombros del ganadero y el mayoral, junto con Daniel Luque y Emilio de Justo, no fue más que el broche natural a la inolvidable corrida del 14 de agosto. El merecido premio a una plaza que bien podría servir de espejo en el que mirarse para tantas al otro lado de la frontera y a una familia entregada a este encaste minoritario.

Pese a que fueron menos de las deseadas las plazas que «echaron la pata p’alante», durante esta corta temporada hemos disfrutado gracias a otras tantas ganaderías que lidiaron toros interesantes y de muy diferentes características: los hubo con una clase y nobleza sin precedentes, con esa fiereza que cala rápidamente en el tendido, con muchas claves que descifrar para el torero o con la guasa que no nos deja pestañear ante las complicaciones que genera. Es paradójico que a los ganaderos no les salgan las cuentas justo cuando están atravesando uno de sus mejores momentos. ¡Menuda recompensa a su buen hacer!

Sirva este artículo como reconocimiento a todos los románticos que siguen criando toros de lidia como alegato en favor de su integridad en todas las plazas, como agradecimiento a Morante de la Puebla por el compromiso ético adquirido al anunciarse con ganaderías que llevaban décadas fuera del circuito inyectando una buena dosis de ilusión a aficionados y ganaderos, y como demanda al resto de figuras para que sigan su senda. Pero sirva, sobre todo, como llamamiento a la necesidad de pagar por el toro de lidia un precio justo que haga sostenible su crianza, puesto que es nuestro actor principal.

No nos podemos permitir tirar por la borda la joya genética alcanzada con tanto esfuerzo. Ni amputarla limitándola al sota, caballo, rey. No hay una única y excluyente forma de bravura, igual que no hay una única morfología del toro de lidia, y es por ello por lo que uno de sus principales atractivos es la variedad: de encastes, de comportamientos, hasta de pelajes; de sus múltiples y tan diferentes matices que hacen que cada faena sea única e irrepetible, que el arte del toreo siga siendo algo tan complejo como extraordinario.

Fernández-Kelly es aficionado y abonado de andanada del 9 en Las Ventas