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Y el NIÑO prodigio se convirtió en HOMBRE prodigio

Anuncia su retirada a finales de esta temporada y nunca ha toreado el Juli mejor que ahora. Ni tan despacio ni tan puro. Y nunca ha sabido gestionar mejor las limitaciones de los toros o la cambiante psicología de los públicos. En el San Isidro del pasado

 

año se le entregó Madrid con devoción y mansedumbre. Capituló al fin la beligerancia del tendido 7, cuyos ultras conspiraban sistemáticamente para impedir que el torero madrileño consiguiera abrir la Puerta Grande. Tampoco lo logró en 2022 ni en 2023 en San Isidro, pero no le ha hecho falta. El escándalo entusiasta de sus faenas, la plenitud del toreo fundamental (la verónica, el natural) y la largura inverosímil de los muletazos han subordinado el valor de la estadística a la estricta conmoción vivida en los tendidos.

 

Dirán los aficionados del 7 que la nueva dimensión del Juli es la que explica la gran reconciliación. Y que la hostilidad enfática de los años anteriores contra él ha servido de estímulo al perfeccionamiento de su tauromaquia. Puede ser una teoría atractiva, pero no convincente. Ya había expuesto muchas razones el Juli para conseguir la rendición de Las Ventas con anterioridad. Faenas categóricas. Toros cuajados. Y un agravio comparativo que reflejará para siempre el fervor de Sevilla —siete Puertas del Príncipe— respecto a la mezquina cicatería de Madrid. Una sola vez ha abierto Julián López la Puerta Grande de Las Ventas (2007).

 

Porque Madrid rara vez le es propicia a las figuras. Menos aún si han nacido en el foro. Y peor aún cuando la beligerancia de los aficionados ultras aspira a reprochar a la máxima figura la profanación de todos los dogmas.

 

En el San Isidro de 2022 terminó por rendir el Juli Las Ventas. La tiranizó y la esclavizó. Y todo eso lo consiguió en un estado de gracia y de madurez que le ha sorprendido en el umbral de los cuarenta años —los celebra en octubre— y en este año en que cumple un cuarto de siglo de alternativa. El dato permite evocar la irrupción de Julián López como niño prodigio, pero resulta aún más interesante su proceso de perfeccionamiento, el cursus honorum que lo ha convertido en hombre prodigio del toreo. Quizá porque se ha liberado de las presiones competitivas, de los números. Y no porque el Juli se haya despojado de los espolones, sino porque el objetivo no consiste en torear más que nadie, sino en torear lo mejor posible. Lo demuestra la pulcritud y la despaciosidad con que meció las embestidas de un bellísimo ejemplar de La Quinta en su primera tarde de San Isidro del 2022 (11 de mayo). Empezaba a percibirse el cambio de humores, pero fue necesario esperar unos minutos más —el quinto de la tarde— hasta precipitarse el acabose en los tendidos, el delirio del Juli con la mano izquierda. No tenían fin los muletazos. Los hilvanaba entre el asombro y la anestesia. Las Ventas

rugía como si fuera la plaza de México en régimen de ebriedad. Y el Juli terminó rompiendo en lágrimas refugiado en el burladero de matadores.

 

Era la manera de reaccionar al contraste extremo de las emociones. El éxtasis del ruedo y la frustración de la espada. La combustión. Y las contradicciones de una tarde arrebatadora cuyos destellos predisponían la expectación de la segunda tarde en la feria del pasado año (20 de mayo).

 

Se puso el «no hay billetes». Y se le hizo saludar al Juli nada más romperse el paseíllo. Se trataba de identificar por fin al ídolo. De obedecerlo. Y de sugestionar la escandalera que se precipitó en la faena mayúscula al cuarto ejemplar de Garci grande. Y no porque el toro colaborara decididamente al triunfo en los orígenes de la faena, sino porque Julián López fue capaz de ahormarlo, de «construirlo» con paciencia y clarividencia, para luego seducirlo en una cadena de naturales interminables que conmovieron los tendidos.

 

Ha entrado en una nueva dimensión el Juli justo ahora que decide retirarse de los ruedos. Ni le ha abrumado la plenitud de Morante ni le ha intimidado el poderío de Roca Rey. De hecho, la epifanía de Las Ventas en el San Isidro del 2022 sobrepasa todas las sumisiones y todas las convenciones: el Juli ha abierto la Puerta Grande de Madrid sin necesidad de abrirla.

 

RUBÉN AMÓN es presidente de la Peña Antoñete