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Quites (nº 17)

QUITES

 

«El aficionado debe tener mucha imaginación, toda la necesaria para volver a pasar el toreo por su corazón y por su frente, pero tampoco más, para no inventar lo que no ha visto. Ver el toreo es más difícil que tener oído para la música. Difícil en el sentido de infrecuente, no de trabajoso».

 

José Alameda, Los heterodoxos del toreo, 1979

 

 

«En cuanto a los aficionados, no tienen mayor orgullo y placer que el de rememorar las faenas históricas a las que han tenido la suerte de asistir. Las relatan con un sentido glotón por el detalle (para mostrar la agudeza de su percepción) y esforzándose por no traicionar lo sucedido».

 

François Zumbiehl, El discurso de la corrida, 2009

 

 

«Así, la afición toma a su cargo la dura misión de ir renovando al público adecuado, preparándolo, dirigiéndolo, educándolo, diciendo no sólo lo que tiene que rechazar, sino también lo que tiene que aceptar; […] como cuando los abominables pedagogos de la andanada del ocho se alzan todos a una y señalando con el dedo, con gravísima y sonora voz admonitoria de maestros, repiten: “¡Eso es un toro! ¡Eso es un toro! ¡Eso es un toro!”».

 

Rafael Sánchez Ferlosio, La conciencia histórica, 1980

 

 

«El aficionado puro parece que mira, pero en realidad no ve. La ilusión de la corrida ocupa su pensamiento y sueña toros bravos, lidiadores expertos, artistas de la tauromaquia […] Algunos aficionados, cuando se les pregunta cuál es su torero favorito, se sienten ofendidos por la duda y responden severamente: “Yo no soy de nadie; sólo del que lo hace”».

 

Joaquín Vidal, El toreo es grandeza, 1994

 

 

«El arte es todo lo que sobra, una vez se ha ejecutado la suerte como mandan los cánones».

 

Antonio Bienvenida, en La tauromaquia de Antoñete, de José Carlos Arévalo, 1987